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Ciudad inasible y sin fulgor*
Por Enrique Provencio / Revista Nexos 337
Ciudad de México, Enero 2006

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Los principales problemas urbano-ambientales de la ciudad de México no necesariamente son los que percibe la opinión pública ni los que destacan los medios de comunicación. Para los especialistas, el problema de mayor magnitud se refiere al agua. Pero en la agenda mediática son los temas de las vialidades y el transporte a los que se destina más cobertura. La población, por su parte, denuncia conflictos por el ruido, la afectación de parques y árboles, a así como violaciones al uso del suelo, demostrando que son las molestias inmediatas, más que los asuntos generales -como la degradación de los ecosistemas-, las que movilizan.


Phil Kelly, ¿Dónde son?, 2002, Óleo/Tela 120x120 cm.

   A José Emilio Pacheco

¿Qué es lo primero que ves al cerrar los ojos y pensar en la ciudad de México? Esta es una de las preguntas que le hicieron a un grupo de universitarios que participaron en un estudio de imagen y percepción sobre la capital del país. Es seguramente el mismo ejercicio que millones de personas hacen en la somnolencia del Metro, en el alto del semáforo, en el apretujamiento de los microbuses, y es también una de las preguntas para el futuro: ¿Cómo se ve la ciudad de las próximas décadas?

En ese estudio, de Leticia Ortiz, los interrogados respondían principalmente que veían contaminación, gente y tránsito. Otros temas que aparecen comúnmente en estudios de opinión son sobre todo inseguridad, crisis y corrupción. Aunque opiniones, estadísticas y tendencias no siempre coincidan, aunque la información de los medios, las conclusiones de los expertos y otras perspectivas difieran en asuntos concretos, las imágenes predominantes no sólo del Distrito Federal sino de toda la zona metropolitana se articulan generalmente con los rasgos de desbordamiento, sobrepoblación, lentitud y deterioro.

Eso se sobrepone con otra realidad: la de un espacio que sigue atrayendo por sus oportunidades, opciones educativas, patrimonio cultural y diversidad a pesar de su declive tendencial y de la emergencia de ciudades relativamente más prometedoras.


La ciudad, en estos años, cambió tanto

Los pocos estudios sobre la manera en que se ve la ciudad concluyen que hay una imagen urbana común, pero también variaciones marcadas por muchos factores sociales, de procedencia, de educación y otros. Es lógico aunque no siempre obvio: se ve el entorno como se vive, se padece, se tolera o se disfruta.

La ciudad completa es inasible, hasta para los taxistas, que desde hace tiempo trabajan sólo por sectores. El funcionario se ocupa de su demarcación y no hay autoridad para todo el conglomerado. Sólo los urbanistas tienen una imagen de conjunto, aunque ni ellos están siempre de acuerdo sobre las dimensiones completas de la ciudad.

Las dimensiones no son lo único que ha cambiado, pero suelen identificarse como una fuerza propulsora de otras transformaciones. La trama urbana completa aumentó 57 veces de extensión en 100 años, de 1900 a 2000, mientras la población aumentaba 52 veces. En otras palabras, la urbe se fue dispersando: antes era más densa, no sólo más chica o compacta, y el proceso continúa.

Ya a mediados de los años cincuenta se estaba desbordando la ciudad capital en una metrópolis con municipios del Estado de México...


* (Este artículo con algunos cambios editoriales, fue publicado en Nexos 337, Enero de 2006, págs. 28-34.)

 





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